Sábado en la noche. Pizzería Don Walter, pegadita a la estación. La gente va y viene; es un clásico (Típico, característico, según una de las definiciones de la R. A. E.). Pero de vez en cuando lo no clásico aparece sin avisar. Por eso no se venden abonos para lo no clásico. Nunca tuve un abono. Ah, sí, hace muchos años cuando viajaba en tren al centro todos los días. (Yo vivía en el conurbano... ja ja me encanta esa palabra: CONURBANO). ¿Y para qué puede ir uno al centro todos los días desde el conurbano? Para ir a trabajar, ¿para qué otra cosa va a ser? Bueno, pero esto son sólo divagaciones irrelevantes para lo que quiero relatar. ¡Cómo me distraigo!
Entonces, repito: “Sábado en la noche. Pizzería Don Walter, pegadita a la estación...” El hombre entró y eligió un lugar en la barra para sentarse. Le gustaron las empanadas que allí se exhibían.
- Dos de pollo y una de carne – pidió. (Un clásico sería: dos de carne y una de jamón y queso).
El empleado detrás de la barra fue a tomarlas y el hombre corrigió:
- No, mejor dos de carne y una de pollo.
El empleado corrigió lo que había empezado a hacer, llevó las dos empanadas de carne y la de pollo a calentar y el hombre esperó. Cuando las empanadas estuvieron calientes, el empleado las sirvió en un plato, delante del hombre, y a continuación dijo:
- Son $16,50.
Al hombre le sorprendió el precio ... confieso que a mí también pero eso no importa mucho en esta historia. El hombre revisó sus bolsillos como si mágicamente los billetes fueran a materializarse. Como esto no ocurrió, simplemente aclaró:
- Ah, pero no tengo plata...-, a lo cual el empleado, que ya presentía una respuesta de este tipo, velozmente retiró el plato con las tres empanadas y se las llevó a alguna parte. Como el hombre se quedó allí sentado, al ratito apareció otro empleado, quizás un encargado, y le dijo claramente que si no consumía tenía que retirarse. Nada de mensajes subliminales.
¿Y qué hizo el hombre? Bueno, eso quedará para después, porque ahora lo que voy a contar es lo que hacía el hombre mientras esperaba la calentura de las empanadas. El hombre hacía esto: me miraba y me decía cosas. Yo estaba sentada silla por medio, también en la barra; me gustan las barras .... tienen un no sé qué. Pero, bueno, eso es intrascendente para lo que estoy relatando.
Como yo no entendía cuál era el mensaje del hombre, porque su hablar era un murmurar, en un momento lo miré y le dije, sin vueltas y con cara de matón:
- ¿Qué te pasa?-, a lo cual el hombre sólo hizo un gesto como diciendo que no con la cabeza y esbozando una sonrisita que no supe describir, ni sé hacerlo ahora. Yo diría que ese hombre tenía algún inconveniente, algún déficit de cordura, por decirlo de alguna manera y ya que no se me ocurre otra. Sí, ya sé: “el que esté libre de locura que arroje la primera piedra”. Lo que quiero decir es que no se lo veía cuerdo por default. ¿Desgaste mental debido a infusiones caseras, desacuerdo social, falta de consenso entre neuronas? Quién puede saberlo... pero eso tampoco importa en esta historia.
El asunto es que una vez que se lo invitó a retirarse del lugar el hombre volvió a murmurar algo dirigido a mí ¡y esta vez entendí! “Te haría el amor”, dijo el muy caradura. ¡Qué desparpajo! Nada de mensajes subliminales. A lo cual respondí: “El amor ya está hecho”. Y lo miré fijamente, satisfecha con mi respuesta, que en realidad no era mía; la había plagiado de alguien que tal vez tenga que ver con esta historia. O no, quién puede saberlo...
“¿Y el hombre qué hizo?” Buena pregunta. El hombre se quedó pensando. Y mientras pensaba se achicaba. Ahora ya no era el hombre; era el hombrecito. Cada vez más chiquito, hasta que desapareció. A lo cual pagué mi consumición, me levanté y salí. No, primero me levanté, luego pagué mi consumición y luego salí.... No, tampoco fue así. Primero salí, luego pagué .... No. ¿Cómo fue? ¿Dos de carne y una de pollo? ¿O dos de pollo y una de carne? ¿Cómo fue?
¿Cómo fue? ¡Que alguien me lo diga porque eso es lo único que realmente importa en esta historia! ¡Y nada de mensajes subliminales!
A lo cual ... dos de carne y una de .... o dos de .... y una ..... ¿Cómo fue? Eso es lo único que importa ..... de verdad, ¿cómo fue?
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